17 octubre, 2022

Control temporal

    ¡Y lo que me gusta cambiar los calendarios! 
Si, ya, ...ya sé. Diréis: ¡que tontería!, pero no dejará de gustarme porque alguien piense que lo sea. 
Me encanta que llegue el día uno de cada mes, siempre me ha gustado empezar los meses. Incluso empezar las semanas, porque cada lunes trae un nuevo comienzo, un renovarse, un ¡voy a por ello! No es algo tangible, ...es una sensación.

   Hoy es 1 de agosto de 2021. Ayer hubo una fuerte tormenta y hoy, al salir a contemplar mi jardín y subir a la terraza, respiro ese aroma del día después, ese de día despejado. Y es domingo, un nuevo día por estrenar. La pena es que no sea lunes, sino, seria fantástico, ...aunque muchos calendarios empiezan en domingo, ¿verdad? Así que es igualmente un día especial. 

   Y os preguntareis: ¿por qué calendarios? Anunciantes del tiempo que va pasando. Esos 12 meses impresos en una libreta, a veces con dibujos, otras con fotografías o simplemente hojas que te anuncian el día que tachas, y que puede ser un día especial del año o simplemente un día cualquiera que pasará y ya está.

  Sea como sea me encanta girar los números en mi calendario de madera, de mi eterno calendario holandés que no tiene años. Hasta me gusta el calendario que me regaló el banco, ese que tacho cada día con mi boli de nevera; y sobre todo, el calendario de sobremesa para ayudar a los gatos de la calle que tengo encima del mueble. Todos mis calendarios son especiales para mi a su manera, y me gusta despertar cada día 1 para voltearos o arrancar sus paginas. 

   Cuando trabajaba en mi cocina siempre tenia un calendario enorme que me había regalado algún proveedor y todos sabían la importancia que tenía para mi tachar el último día y empezar un nuevo mes. Y si a alguien se le ocurría coger el rotulador para tachar un día, nunca mas volvía hacerlo porque con la expresión de mi cara le hacía saber que no me gustaba. Quizá puedo parecer dura al decir esto, o puedo parecer incluso una loca de los calendarios, pero al final me da igual lo que pueda parecer. Y sé que, aunque ya no esté en mi cocina, ellos siguen teniendo uno en ella, y sé también que como a mi, les gusta arrancar la hoja del mes que ya ha pasado. Así que, me siento orgullosa de haber trasmitido esa sensación de comienzo y final, y de que todo va a ir bien ese mes.

   Uff, son las 8 y suena la alarma que me avisa para tomar mi pastilla, y veo que hasta mi pastillero es un calendario semanal. El lunes de cada semana me gusta cogerlo, abrir todos los compartimentos y colocar mis coloridas pastillas, e ir cerrando una a una hasta acabar el domingo mientras pienso que sería fantástico encontrar un pastillero de todo un mes. Nunca he pensado en buscarlo pero estoy seguro de que existen. 

   Los calendarios de adviento no me gustan nada, ¿sólo un mes con chuches? Podrían hacerlos de todos los meses del año, con bombones o lacasitos, o ¡con caramelos de menta! Claro que serian enormes, y ocuparían toda una pared, pero yo..., ¡yo los compraría seguro! 

   Hoy mi calendario de cocina me anuncia que me toca mi vitamina D. Cada 15 días me tomo una, y como los meses tienen 30 o 31 días y casi nunca cae en los mismos días, me gusta ir sumándolos y poner una “V” en el día que me toque la siguiente. Es mi otra forma de usar el calendario. En fin, ahora, al escribir este relato me veo como una controladora del tiempo, o de mi tiempo mejor dicho, y puede que realmente sea así, pero como ya he dicho antes, no voy a cambiar nada que me haga feliz. Además, no creo que sea la única que tenga un calendario en la cocina, ¿verdad?


(Clicad en la imagen para verla a mayor tamaño)

2 comentarios:

  1. Tant l'escric com la foto m'agradan molt.

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    1. Moltes gràcies per la part que em toca. Celebro que t'hagi agradat. I moltes gràcies també per passar-te i comentar!

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