30 enero, 2023

Las sillas castigadas

    Miedo y locura, dejadez y soledad, oscuridad y silencio, eso es lo que me trasmite esta foto. Parezco catastrofista pero en pocas palabras os diré que se me eriza el vello y me da muy mal rollo. Según mi compi, cree que se trataba de una mudanza y no tiene nada que ver con lo que yo digo, pero todas las fotos nos impactan de una manera y ésta a mí no me deja indiferente.

   Si la miro como un simple traslado de sillas viejas y un puf me tranquilizo porque están bien alineadas de cara a la pared, ...castigadas, como dice el título del relato.

  A veces tengo un poco de TOC, pero en este caso desordenadas no me hubieran parecido taaaan perturbadoras.

   Los azulejos no sé de qué color son, pero me recuerdan a un sanatorio, y eso que por los timbres se ve claramente que es la entrada de un portal.

   También os puedo hablar del alegre cuadro de la pared, que veo un poco extraño en la escena, no sé si estaba allí colgado, o era para llevárselo también. Parece que esté destripando la foto, pero no os equivoquéis, me encanta.

   ¿Y esa puerta tan pequeña, será para gente bajita? Mientras más miro la foto, más detalles encuentro. Como el cuadro pequeñito, en el que no alcanzo a ver lo que hay escrito. A mi parecer es una foto extraña y bonita a la vez, o peculiar la describiría también.

   Nunca, nunca una foto me hizo ponerle tantos adjetivos, y tampoco hizo que fuera evolucionando en el escrito de tal manera que acabe amándola. ¿Será ese su poder?¿Puede una foto hacernos cambiar nuestra perspectiva sobre ella al mirarla tan atentamente?

   Al final os diré que el objetivo de un fotógrafo es transmitir, sea bueno o malo lo que sientes, es esa sensación la que te recuerda que estas vivo. 


23 enero, 2023

Días de hospital (II)

    Cuando hice el anterior relato de la sala de espera mi compi me hizo ver que era un poco crudo, y eso me ha llevado a hacer una segunda parte con un poco más de humor, para haceros ver que, a veces, aunque estemos ante situaciones duras también hay momentos que te hacen soltar una carcajada.

    Situaros e imaginaros: sala llena de gente con lo ya descrito en el otro relato, pues me fijé en dos hombres que estaban sentados delante de mí en diagonal, no eran familia, no iban juntos pero tenían un aspecto parecido, eran grandes y sin pelo, e iban vestidos con un chándal similar, y de pronto ¡...los veo a los dos comiendo quicos! Así, ¡a la vez! Se bajaban la mascarilla y se llenaban la boca de maíz tostado al unísono, ja ja ja! Era totalmente irreal, tanto que si hubiera tenido mi teléfono puesto en cámara no se me hubiera escapado el momento. Luego uno de ellos, ...muy mañoso él, cuando acabó con los quicos dobló la bolsista a lo MacGyver y la utilizó para sacarse los “paluegos”. Esa escena vista junto a mi hermana Angela se transformó en una sonora carcajada y un poco de asco a la vez.

    El que espera desespera dicen, y debe ser cierto cuando ves a personas dando patadas a la máquina de refrescos o sacando sándwiches semifríos de salami y viendo sus caras de incomprensión frente a la situación que los ha llevado a estar allí comiendo algo que, seguramente, de estar en su casa nunca se hubieran elaborado un bocadillo así.

    Al chico que le ha dado una patada a la máquina le explico que no funciona porque hay una botella atascada que dificulta la extracción de las demás, y eso mismo lo explico como a unas 15 personas que se acercan a la máquina.

    Nos toca hacer noche allí, y por fin, a las 2 de la mañana vienen los que reponen los productos en las máquinas, colocan la dichosa botella que cayó mal por la mañana, mientras bromean entre ellos, y yo, los miro con lo ojos enrojecidos fruto del cansancio y del llanto y pienso: ¿Quién puede estar tan contento a las 2 de la mañana? Pues los que trabajan reponiendo las máquinas, evidentemente.

   La noche transcurre sin muchas más historias, sólo nos llama la atención una chica que duerme de modo trasversal en los asientos de madera, y mi hermana comenta que le parece una “sin techo”, posiblemente tenga razón, y a mi parecer la sala de urgencias de un hospital es un buen lugar para refugiarse del frío.

   No quiero alargarme mucho, otro día os explicaré como enseñé a la gente a sacar café.


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16 enero, 2023

Muñecas en el baño

   Empiezo mi relato duchándome en el baño de mi casa, y recogiendo cinco barbies tiradas en la bañera improvisada que en su día compré para mi nieta Júlia. Yo nunca tuve una, me parecen un poco ridículas y tienen cara de malas. Eso es lo que pienso yo, pero a mi nieta le encantan, y juega a carreras en el baño con ellas y no para de cambiarles la ropa. 

   Las siento una a una y voy escurriendo el pelo que un día nos apeteció cortarles para que estuvieran más personalizadas, para que fueran diferentes y únicas. Ellas mismas. 

   Siempre quise tener una hija, y cuando estaba embarazada todos auguraban que lo sería, pero…, nació mi hijo Oriol. Y él, 25 años después me trajo a la pequeña Júlia, que ya tiene 6 años y ha invadido mi vida y mi baño de muñecas y juegos. ¡Que afortunada me siento! 

  Mientras me seco el pelo me siguen invadiendo pensamientos de mi vida. Dejarme el pelo largo fue una apuesta con una amiga hasta que consiguiera su casa otra vez. La casa que le arrebató su ex marido, un hombre con trastorno psicopático cuya historia da para otro relato.

  Bueno, tampoco tiene tanta importancia, pero son pensamientos que me invaden. Y hoy he querido escribirlos para que los que me conocen sepan más de mí, o simplemente porque sí, porque me apetecía escribir. Quizá me he equivocado en el título del relato y tendría que poner “pensamientos en el baño”, o quizá está bien así. Y definirme como una de esas barbies ridículas con cara de malas, con el pelo cortado al azar, porque me apetecía.

   Nunca aprendí a poner las comas al escribir, y mi cabeza piensa tan rápido y es tan cambiante que no me da tiempo en escribirlo todo, y quedan como frases cortantes e indefinidas. Y bueno, tampoco voy a escribir un betseller, ...sólo son mis pensamientos.

   Supondréis que ya he salido del baño. Pues sí, las muñecas siguen allí secándose, y cuando pienso en ellas me acuerdo irremediablemente de la película de Toy Story. En la vida que tienen los juguetes cuando no los ven, y al recogerlas he pensado que no me gusta que se queden flotando en el agua.

   Una de las muñecas de trapo que tengo se llama Pepa. Me la regaló mi hermana Sole y desde el primer día dormí con ella. Incluso cuando me casé dormí con ella y con mi marido. Quizá a mis 17 años no quería dejar de ser la niña que llevaba dentro. Ahora, cuando la miro y la acaricio, me invade un sentimiento de ternura. Ella guarda mis sentimientos desde hace 35 años.

   El otro día le hablé a mi nieta de mi muñeca de trapo. Ella es muy pequeña, y creo que aún no aprecia lo que es tener una muñeca personal.

   Y allí siguen ellas, secándose, mientras yo ya he hecho mil cosas en casa. No sé si decir que es triste ser una muñeca, o ser una persona con condición de muñeca. Ellas ahí siguen con su sonrisa perfecta, bueno, todas menos una, que es diferente, y allí se quedarán hasta que yo vuelva de hacer otras mil cosas más.

   Y para acabar, y haciendo una reflexión, ¿no pensáis que todos somos muñecas?

   ¿Cada persona puede ver a la que quiera ver, o a la que nosotras les mostramos? Mi madre ve una barbie que no ven mis hermanas, e incluso mis hermanas ven a una diferente, sobrinos y sobrinas, tío, hijo, nieta, amigos y amigas, amantes y los que ya no están, las personas de los supermercados y la gente de la calle en general. En fin...

  Y en ese tiempo de pandemia que nos tocó vivir, ¿no seríamos muñecas del sistema?


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09 enero, 2023

Luna en obras

  La primera vez que vi esta foto me vino a la cabeza la canción de El Fary, ya sabéis, esa del toro enamorado, y también pensé en el Hijo de la Luna de Mecano. Claro que, después me dio por pensar en cuántos artistas se han inspirado en ella, desde cantantes a poetas o pintores y escritores.

    Le pregunté a mi compi qué le inspiró el hacer esta foto, él la tituló: LUNA EN OBRAS.

  Contestó que le pareció como que estaban reparando la luna, allí ensamblada en un andamio, le pareció hasta ver personitas minúsculas con sus trajes de obreros y sus cascos amarillos, ja ja ja! Yo pensaba tener imaginación pero mi compi me supera, por eso quizás tiene tan buen ojo como fotógrafo, algo que estoy aprendiendo yo, a esperar el momento y que la foto no sea lo evidente que vemos en ella. También tengo que decir que la visión del fotógrafo o la persona que mire la foto es libre de darle el sentido que quiera.

   ¿Os imagináis a la luna en obras?, ¿Haciendo su suelo más liso, arreglando los bordes de los cráteres, dibujando líneas de carreteras o implantando rotondas?

  Menos mal que eso no pasa porque ya estaríamos los humanos cargándonos algo que se ve tan hermoso desde la tierra.

   Esta fotografía la escogí de 12 fotos que mi compi hizo en su primera EXPOFURTIVA, fue la que más me llamó la atención y la que guardaré con cariño porque, sea el sentido que sea que tengamos hacia ella, siempre me hará pensar en admirar la luna tal y como es, y aunque es imperfecta como yo, ahí sigue ella brillando con todo su esplendor, me recordará que hay cosas que no se pueden arreglar y hay que dejarlas como están.

02 enero, 2023

Historias del bus

    Más de cinco meses subiendo y bajando del bus. Viajes de ida y vuelta, y un solo destino.

  Os hablaré hoy de los personajes con los que me he ido encontrando, y con los que he compartido unos minutos de mi espacio y mi tiempo.

   “Uso obligatorio de mascarilla” ...la llevan menos del cincuenta por ciento que deben estar inmunizados, y el resto, si la llevan, es por debajo de la nariz o la barbilla, y quedamos ese escaso tanto por ciento que posiblemente nos enseñaron a respetar las normas.

    Persona que te mira fijamente. Yo jugaba a eso de pequeña, así que, la miro, aguanto, y gano.

   Persona que habla por teléfono, una dice que va a cenar sopa, y otra habla de llamar a la abogada. Breves historias pero que si pones la oreja no hace falta sacar el móvil.

    Mujer sentada enfrente de mí y al mirarme se da cuenta que lleva la mascarilla en el brazo, me brinda una sonrisa y yo le respondo con otra.

    Chica bajita con paraguas que no llega al marcador de tarjetas, hasta que se da cuenta que hay uno más abajo.

      Chico con patinete que cuida poco si va golpeando tobillos ajenos.

    De los conductores de autobús también hay que hablar: está el que te saluda y el que no, y el que conduce como un loco, el que se pelea con otros conductores y el que frena tan bruscamente que si estás sentado, ....bién, pero si vas de pie puedes acabar encima del que lleva el patinete, o de la que hoy cenará sopa.

   El chico y la chica guapos, aquellos que…, el bus no va conmigo, sabes. Pintorescos e indómitos pero ahí están ellos, sin mascarilla, por supuesto.

     Las mujeres que conducen autobús: "tubuseras", así las voy a llamar, todas con las que he coincidido me han parecido un poco bruscas, pero no mucho más que los hombres. ¡Ojo! no quiero una guerra de sexos por mi comentario.

    Yo ya no me fijo mucho si es hombre o mujer, pero unos señores mayores sentados detrás de mí comentaban que en sus tiempos no había enfermeros, ni mujeres al volante de un autobús. ¡Los tiempos cambian y tenemos que amoldarnos, señores! ...les hubiera contestado al escuchar su conversación.

Continuará...