¡Hola!, me presento: soy una flor o una “mala hierba”, como muchos me apodan.
Tengo que decir que mi nacimiento fue fortuito. Un ave, un insecto o el aire transfirieron mi semilla hasta una rendija de este parking.
He esperado cada gota de lluvia y he aguantado orines de perros y gatos, me han rozado ruedas y pies, y me han aplastado. Niños y niñas han arrancado una parte de mí para regalarme a sus mamás, pero también han venido abejas a coger mi néctar.
Yo no rompí asfaltos como aseguran mis congéneres, no soy valiente ni fuerte como creen todos, simplemente crecí y desarrollé mi habilidad de sobrevivir con lo que tengo.
Podéis imaginar que mientras se está escribiendo sobre mí, yo ya no existo, pero me inmortalizaron en una foto y quizás he tenido más suerte que las flores que nacieron en el campo.
No somos donde nacemos, somos nuestras acciones y la resiliencia que mantenemos.
No creo que mis hermanas de jardín tengan mas suerte que yo, pues como he dicho anteriormente nos llaman malas hierbas o hierbas no procedentes. Así que vivamos y aceptemos con vehemencia lo que nos toque vivir y dejemos de quejarnos porque eso nos resta energía.
Consejo de una flor marchita.