14 octubre, 2024

La madre que me parió

   ¡Soy mi madre! Y no, no hablo físicamente; hay dos hermanas más que quizás se parecen más que yo. Hablo de las frases que me sorprendo diciendo a mi hijo o nieta, de manías adquiridas al cocinar sin darme cuenta de ello, de hablar sola tantas veces o de hablar con mi perrita como hacía ella con Chester. A veces me doy cuenta de que estoy sentada en su sillón heredado de ella con la misma postura y un pañuelo de papel en la mano derecha, y me pregunto: ¿será memoria genética? ¿O será el sillón que tiene ese efecto? Me sorprendo también diciendo refranes a mis amigos cuando tengo ocasión, con la coletilla... eso decía mi madre. 

    Cuando nos vamos haciendo mayores y nos falta alguien tan querido, creo que es una manera de honrarla el recordarla con las pequeñas cosas cotidianas. La echo mucho de menos, y aunque sé que se fue tranquila y muy querida por todos, me cuesta pensar que ya no esté. A veces la quiero llamar por teléfono y recuerdo que no existe su número ya. Le quiero contar cosas de mí, sucesos que me pasan, egoístamente, tal y como somos los hijos. Le quiero preguntar si está bien y si está acompañada. Parece de locos, pero esta incertidumbre que tiene la muerte es algo que me perseguirá hasta que llegue la misma. 

    Soy mi madre; en lo más profundo lo siento así. De ella aprendí a ser resiliente y a cuidar a mi familia por encima de todas las cosas. Aprendí a doblar la ropa y a barrer, a hacer la cama o ponerme una compresa, a saludar al entrar y salir de una tienda, a esperar horas en el médico o a llegar quince minutos antes a mi trabajo... y a todas partes si he quedado con alguien. Tantas y tantas cosas que te enseña una madre. Entonces te miras al espejo y sabes que dentro de ti reside esa parte que puedes decir... ¡soy mi madre!




23 septiembre, 2024

Recuerdos de un día de verano

    Bonitos recuerdos se llevarán al ver el entusiasmo que le pone el hombre al hacer la foto a su modelo. Esta escena me parece tan maravillosa que no solo me inspira a hablar de ella, sino que me lleva a mis vacaciones pasadas, que gracias a las fotografías tengo tan presentes. Desde la humedad de Asturias, al sofocante calor de Córdoba, pasando por el frío de Holanda en julio y los quince grados de Portugal en agosto, todo se refleja en fotografías con chaqueta o mi madre con paraguas en Sevilla para que el sol no tocara nuestras cabezas.

    El puerto del pueblo donde resido se ve al fondo, junto al mar y el sol que tanto acogen a turistas como a aves que hacen su parada para seguir su camino.

    Cuando miren esta foto, sentirán el calor en su piel y el sonido de las olas, más allá del murmullo de la gente que pasea a su lado. Les retornará a un momento feliz y podrán decir: "Yo estuve aquí."


09 septiembre, 2024

La pausa

    Verdades a medias, frases inacabadas, caricias pausadas y descanso bien aprovechado. De eso se trata la vida: somos robots del tiempo acatando su paso. 

   Hablemos de la foto; es curioso cómo nuestro cerebro rellena los espacios que no están y nos habla tanto de una imagen a medias. La persona en sí, haciendo pausa en el trabajo... suponemos, fumando su cigarrillo antiansiedad, mirando memes o contestando chats en el móvil, algo tan natural de la era que vivimos, casada y con reloj de diseño para mirar la hora o porque combina con el traje de faena. 

   Ese ratito de placer intermedio del estrés de su labor es cogido con ganas; se ve relajada, en una calle tranquila y escondida de su puesto para que nadie interrumpa este momento. 

    Sí, es toda suposición de una mente fabulante y optimista, inventando la vida de los demás al ver solo una fotografía.

    ¿Qué os parece a vosotros?


29 julio, 2024

Pareja de escaparate

    Viendo esta foto, me vinieron a la cabeza las redes sociales, el mundo en el que vivimos ahora, lleno de narcisistas e hipócritas, haciendo de su vida un escaparate. La foto, como siempre, me parece excepcional por el lugar, el momento y la vista del fotógrafo. Quizás hasta divertida por aprovechar la farola como cabeza, la cual parece una idea original, y la sombra de detrás, a la que no identifico de dónde puede salir. El título, fantástico... como siempre. 

    Pero vayamos a lo dicho antes. Aunque se haya hablado mucho, quiero poner mi granito de arena para que resuene una voz más y se acepte mi crítica como denuncia y posición, siempre desde mi punto de vista y sin herir a nadie intencionadamente. 

    Un tiempo atrás, también fui una chica de escaparate, enseñando casi mi día a día, hasta dónde viajaba o comía y con quién. Ahora me cuestiono si estaba bien y creo que no, pero la luz de la bombilla era tan fuerte que no me dejaba ver. Mensajes, fotos, halagos en privado y públicos eran una continua subida de ego; hombres solteros y casados que veían mis fotos y sentían la necesidad de hablarme o enviarme fotos subidas de tono. 

    Sí, sucumbí a las redes sociales. ¿Me arrepiento? No, por supuesto, lo hecho, hecho está. ¿Por qué digo que me cuestiono? Porque hacerme preguntas a mí misma está en mi ADN. 

    Quizás en mis escritos hablo tanto de mí o me veo reflejada en tantas fotos porque aún quedan rescoldos de ese tiempo pasado... algo a lo que no puedo renunciar porque creo sinceramente que todos llevamos una pareja de escaparate dentro y nos amoldamos a los tiempos modernos, mutando por fases en distintas plataformas digitales. 

    ¿Vosotros cómo lo veis?


22 julio, 2024

Ellas

  Cada primavera, al salir al jardín, las veo en fila, trabajando. Con órdenes de su capitán, desfilan por en medio de mi propiedad sin ningún miramiento. Algunas se agrupan y me imagino que hablan entre ellas, comentan que las presentes informen a las ausentes para acatar lo dicho. 

    Al pasar, intento no pisarlas, pero su carrera es tan larga y absurda que me veo obligada a hacer eses y es casi imposible no aplastar alguna. Cargan pesados víveres para el invierno, cada una sabe el rol que le toca, pero cuanto más las observo más aprendo y deduzco que se asemejan mucho a lo que todos conocemos. 

    Un día, mientras me dirigía a hacer mis tareas, les hablé. Me agaché todo lo que pude y recé: "Por favor, ¿no podríais hacer la fila junto a la pared? Yo tengo cuidado, pero no soy responsable de la gente que viene a visitarme". Continuaron así por varios días, y sorpresivamente, una mañana las vi ¡me hicieron caso! Exclamé. Allí estaban, junto a la pared, con el camino libre para mí. 

   Es una locura, lo sé, pero ellas me escucharon e hicieron caso a mi petición. Estaba atónita y contenta... Si lo explico, no me creerán, pero creo que sabrán de quién escribo y sin decir nombre todos las tenéis en mente.



15 julio, 2024

Lugar seguro

   Mi lugar seguro te hace cosquillas en la nariz, te nubla la vista y el olor a limpio te adormece. 

    Uno siente allí una fuerte presión en el pecho y también en la espalda, tan intensa que todo se calma. 

    En mi lugar seguro, el tiempo se detiene y el calor te inunda, la piel se funde y el latido se acompasa. 

   Mi lugar seguro es a veces breve y a veces no tanto, es sosiego y a veces llanto.

*En esta ocasión la foto es de Nuri y el texto de Eladio.


08 julio, 2024

Sobre la tristeza


    Hay fotos que se clavan en el alma, si te detienes un rato a mirarlas, despiertas en ti un profundo sentimiento, en este caso de tristeza. Solo si tienes un poco de la tan nombrada empatía, sentirás ese lamento sordo del que no tiene palabras pero sí rostro. 

    Encierro a cielo abierto, surcos en tus ojos de lágrimas invisibles, penar de tu última etapa de vida. Pesa, la tristeza pesa, no son kilos, no son onzas, pero pesa. Lloro, es un momento, pero pareces mucho tiempo. Ya no ladras, solo bostezas, aliviando así tu espera. ¿Dónde está aquel que te alimenta?... y no hablo de comida, sino de tu tristeza. 

    Mirada perdida y caricia abandonada, así describiría el sentimiento que me envuelve. Muchos pensarán que es solo un perro, un perro triste. Yo he visto esa mirada en las personas y ahí es donde te das cuenta de que no somos tan diferentes.