27 febrero, 2023

La bolsa y la vida

    Fuerza y coraje es lo que me trasmiten estas fotos. Cuando pasas por una dolencia así son las palabras más escuchadas y la gente ni se imagina que lo que realmente estás aprendiendo es a ser resiliente.

    Ese ánimo y fuerza que te piden no tienes más remedio que tenerlo, esa lucha de la que hablan es la confianza o la suerte que tengas al encontrar médicos que te administren la medicina apropiada para tu tipo de cáncer.

    Suerte, si te salvas, pobre, si no lo haces, “luchó con todas sus fuerzas”, “fue muy valiente”

    Valiente no es el que afronta una enfermedad porque no tiene más remedio, valiente es el que a pesar de ella sigue su vida y se levanta cada día con ganas de vivir.

    El título de las fotos es el más realista de los que haya visto, y a la vez el más optimista. No vamos a hacer de esta enfermedad un drama. Sí, hay muchísima gente que muere porque un día sus células deciden agruparse y atacar su cuerpo indiscriminadamente.

    No hagamos del cáncer nuestra enfermedad, no le demos ese valor. No es nuestro, no escojamos ese regalo, hablemos de él como enfermedad que nos acompaña y confiemos en los medicamentos como el transporte que se lo va a llevar fuera de nuestro cuerpo.

   Resiliencia es esa capacidad de superar una situación traumática, eso es a mi parecer lo que aprendemos cuando nos acompaña una enfermedad así.

    En mis escritos siempre hablo sobre mi punto de vista, y podría extenderme largo y tendido hablando del cáncer y de mi experiencia vivida, y si he faltado al respeto alguna opinión contraria, no lo he hecho intencionadamente. Es, como digo siempre, mi pura opinión.


20 febrero, 2023

Disparos desde el aire

    El otro día, mirando por la ventana de un séptimo piso observé el vuelo de los pájaros y me pregunté: ¿y si los pájaros fueran fotógrafos?

   Ya sé que el hombre ha inventado el dron, y que las imágenes que nos aporta deben ser bastante parecidas a las que nos enseñarían los pájaros, pero sólo serían eso, parecidas.

    Imaginaros por un momento poder ver lo que ellos ven, el amanecer desde un ángulo muy diferente al humano, cuando planean sobre el agua y se zambullen a coger un pez, cuando hacen sus nidos con ramas o se arrancan plumas para hacerlos confortables, o cuando en la ciudad se posan en balcones y terrazas; las fotos serían de cabezas humanas o coches minúsculos. Y en la naturaleza, de las copas de los árboles o los picos de las montañas nevadas jamás pisadas por un humano.

    Lo más parecido que nosotros podríamos ver como ellos ven es cuando viajamos en avión y, aún así, no me parece suficiente porque nuestra visión nunca será como la suya.

  Si los pájaros fueran fotógrafos nos deleitarían con imágenes en rojo, verde, azul y ultravioleta superpuestos. Un día leí que habían inventado una cámara que imitaba los colores que ellos ven, y que sólo el águila ve en color, así que sería ella la encargada del sol y el arcoíris, y de esos atardeceres rosas antes de soplar el viento.

    Si los pájaros fueran fotógrafos veríamos infinidad de fotos variadas de momentos irrepetibles en calles y plazas, en bosques, parques y carreteras, del mar o de la noche, e incluso de sus presas o de sus bebés pidiendo comida, de cuando se posan en los cables de la luz como ejercito y coreografían bailes invisibles. Y si esos bailes tuvieran sus ráfagas de fotos, ¿Cómo serían?

  Creo que ni podemos imaginar con lo que nos sorprenderían si alguna vez pudieran ser fotógrafos.



13 febrero, 2023

Pequeño catálogo de miradas


    Dicen que los ojos son el espejo del alma y aprendimos en la pandemia a comunicarnos con ellos de forma magistral. Es verdad que una mirada puede reflejar nuestro estado de ánimo, y en una foto se acentúa más cuando es captada en un momento de relajación o despiste de los que son retratados.

    Hay miles de miradas y miles de interpretaciones posibles.

    ¿Qué me inspira esta foto? Cada uno de los personajes tiene diferente mirada, y en su conjunto me inspira ternura.

    La mirada traviesa del niño haciendo de vigía, la mirada de la que supongo que es su abuela mirando de frente con optimismo, la mirada protectora del que podría ser el abuelo, que lo mira con cariño, y la mirada despistada de la mujer de la ventana que parece que no está, y la mirada reflejada; la mía propia en cada uno de ellos. Y también esa otra, que incluso me atrevería a decir que sólo mira el que vé, la mirada desde detrás de la cámara.

    Si miro la foto como fotógrafa aficionada, la composición y momento de los personajes me parece muy graciosa.

    ¿Qué os inspira a vosotros?


06 febrero, 2023

Los mercadillos

    Mercadillos, esos lugares donde oyes las palabras “guapa” y “barato” más veces en un día, sitios en donde el olor a churros se confunde con el del bacalao y las olivas. Donde las braguitas son “Princesca” y los calzoncillos “Tunnos”

   Donde los mercaderes que llegan con sus furgonetas y montan, como por arte de magia, sus paradas en 15 minutos, y vacían sus bolsas llenas de jerséis o bolsos, sin preocuparse siquiera de ponerlos ordenados, y allí estamos nosotras, revolviendo para encontrar una prenda con las tres “B”, toallas de rizo o sábanas de franela, pantalones para trabajar o para estar por casa, bikinis y chanclas en verano y colonias o cachivaches para la cocina. Todo lo que puedas necesitar, allí lo puedes encontrar.

    Paseando por uno a primera hora, cuando aún estaban montando, me fijé en unas marcas amarillas en la calzada, y vi a dos policías y un señor con traje y cartera vigilando que se cumplieran las distancias y anclaran bien sus paradas. ¿Sabíais que eso era así?...yo no tenía ni idea, y valió la pena madrugar porque ese día aprendí algo nuevo.

    Un día fui a escuchar una conferencia de un hombre que ha viajado por todo el mundo y comentó que si podíamos viajar, había tres cosas imprescindibles que ir a ver, y una de ellas era los mercadillos.

    No hace falta viajar muy lejos para verlos ya que en cada pueblo hay uno, y es un día diferente de la semana. Donde yo nací es en sábado, donde vivo ahora es en jueves, y a catorce kilómetros en donde viví muchos años es en viernes.

   Podríamos decir que visto uno vistos todos, pero no es verdad, todos a su manera tienen algo particular, y ese algo los diferencia entre ellos mismos. No sé si es la gente o es el lugar, pero no en todos te sientes igual.

    Un día fui a uno que ocupaba seis calles, el más grande que yo había visto hasta entonces, no tienes tiempo de verlo entero en un día.

    Los vendedores parecen siempre contentos, es igual si hace frío o calor que estarán allí porque ese es su sustento.

    Los mercadillos son extraordinarios.