Mercadillos, esos lugares donde oyes las palabras “guapa” y “barato” más veces en un día, sitios en donde el olor a churros se confunde con el del bacalao y las olivas. Donde las braguitas son “Princesca” y los calzoncillos “Tunnos”
Donde los mercaderes que llegan con sus furgonetas y montan, como por arte de magia, sus paradas en 15 minutos, y vacían sus bolsas llenas de jerséis o bolsos, sin preocuparse siquiera de ponerlos ordenados, y allí estamos nosotras, revolviendo para encontrar una prenda con las tres “B”, toallas de rizo o sábanas de franela, pantalones para trabajar o para estar por casa, bikinis y chanclas en verano y colonias o cachivaches para la cocina. Todo lo que puedas necesitar, allí lo puedes encontrar.
Paseando por uno a primera hora, cuando aún estaban montando, me fijé en unas marcas amarillas en la calzada, y vi a dos policías y un señor con traje y cartera vigilando que se cumplieran las distancias y anclaran bien sus paradas. ¿Sabíais que eso era así?...yo no tenía ni idea, y valió la pena madrugar porque ese día aprendí algo nuevo.
Un día fui a escuchar una conferencia de un hombre que ha viajado por todo el mundo y comentó que si podíamos viajar, había tres cosas imprescindibles que ir a ver, y una de ellas era los mercadillos.
No hace falta viajar muy lejos para verlos ya que en cada pueblo hay uno, y es un día diferente de la semana. Donde yo nací es en sábado, donde vivo ahora es en jueves, y a catorce kilómetros en donde viví muchos años es en viernes.
Podríamos decir que visto uno vistos todos, pero no es verdad, todos a su manera tienen algo particular, y ese algo los diferencia entre ellos mismos. No sé si es la gente o es el lugar, pero no en todos te sientes igual.
Un día fui a uno que ocupaba seis calles, el más grande que yo había visto hasta entonces, no tienes tiempo de verlo entero en un día.
Los vendedores parecen siempre contentos, es igual si hace frío o calor que estarán allí porque ese es su sustento.
Los mercadillos son extraordinarios.
En aquest escrit faltan los empujones de la gent, los carros de la compra i la gent que es queda al mig del carrer i no et deixa passar. Com altres molts temas es podria escriure un llibre. M'agradat molt. ACR😙
ResponderEliminarAixí és, Angela, en aquest text s'han quedat moltes coses al tinter perquè el mercat ambulant és un món en si mateix, amb tants matisos a abordar que per alguna cosa es va haver de començar. Com bé apuntes, donaria per escriure un llibre. La varietat humana que hi habita és tan rica i variada que potser doni per a alguna entrada més. Ja veurem...
EliminarGràcies de nou per passar-te i comentar.
Una abraçada.
Moltes coses podriem dir dels mercadillos,fruita i verdures a carretades, mitjons,mitges,bolsos,bates,llençols,etc...gent gran i de mitjana edat,ara et trobes un ara a un altre,potser tot a un mercadillo!
ResponderEliminarDoncs sí, un mercat ambulant és tot un món, amb els seus milers de coses i la seva variada gent en uns quants carrers. Molt que veure i sentir.
EliminarGràcies de nou per passar-te i comentar, Sole.
Una abraçada.