27 noviembre, 2023

Visiones cotidianas

    Desde la ventana de mi café favorito en el pueblo que resido, veo la gente pasar. Todos con sus objetivos de vida y mirando hacia delante, pero hoy me llama la atención una escena peculiar.

    Una señora con un carrito móvil, de esos que suelen llamar caminadores, que llevan un asiento y una bolsa para guardar cosas. En el mango del carrito lleva atado a un perro tipo chiguagua. Ella está llamando al timbre de un edificio y el perrito en un momento dado levanta su patita y hace pipí en la pernera del pantalón de la señora. Ella no se da cuenta y sigue aporreando el timbre con insistencia, espera un rato y se marcha con su perro meón y su pantalón mojado. Yo sigo mirando por el ventanal y observando a la gente, es un ejercicio mental que me encanta, les invento pensamientos e historias.

    Al rato, un señor sale del portal con pinta de estar un poco aturdido, mira a un lado y a otro buscando a alguien, creo que no me equivoco si digo que es a la señora del carrito. Sorpresivamente se va en dirección contraria que ella, y yo me quedo con la incógnita de saber si llegarán a encontrarse.

    Hoy es un día ventoso y el pelo de la gente que observo parece un nido de serpientes revoloteando en sus cabezas, mientras el cartel de la cafetería se tambalea haciendo un ruido sordo, como un ritmo descompasado que acompaña al deambular ajetreado de la gente al pasar.

    Termino mi café y dejo de mirar por la ventana, ese escaparate al mundo sin igual.



20 noviembre, 2023

Intimidad animal [momento all-bran]

    Esta foto me parece extraordinaria, porque personalmente, nunca antes había visto a un bicho haciendo caca. Y captar ese momento con la cámara es digno de fotógrafo de National Geographic. Es una imagen que, sin duda, me hace preguntarme muchas cosas.

    Lo inquietante que es todo en el mundo animal. Que al igual que nosotros, todos hacen sus necesidades, y como anuncia el titulo del relato, el momento íntimo que acontece es sumamente apreciado por ellos tanto como por nosotros, los humanos.

    A la gente no le gusta hablar de mierda, evidentemente no es un tema de sobremesa, pero cuán sumamente importante es hacerla, y si puede ser cada día, y ni fuerte ni floja, como con la textura del bicho de la foto, está bien.

  Cuando ocurre un percance en nuestra vida siempre recurrimos a expresiones como, ¡oh! ¡Qué cagada!, o ¡Vaya mierda! Pero, ¿y lo bueno de un acto tan necesario y placentero a la vez?

    Perdonad el escrito, me fui por las ramas, pero repito, creo que es una foto extraordinaria, bellísima en su contexto e inmortal en nuestra visión.

13 noviembre, 2023

El clic

    Cada matí quan preparo el meu cafè, s’hi amuntega al meu cap un pensament que em transporta a temps passats, sento la sucrera heretada de la meva mare, amb aquest clic tan particular en tancar-se i el meu primer pensament és sentir la meva mare dient-me: Quan jo no hi sigui, feu el que vulgueu amb les coses.

   Ja no hi és, i aquest objecte tan simple perdurarà en el temps fins que algú decideixi desfer-se'n. Però no sabran, que a mi, cada matí em fa pensar-hi i esbosso un somriure al sentir la seva veu al meu cap.

    Em va comentar una vegada que li la van regalar en casar-se, així que aquesta sucrera té més de 65 anys. Quant durarà portant aquest verí blanc que a mi em fa tan feliç?

Quant trigaré jo a deixar de sentir el seu clic?

   És curiós com vaig projectar els meus temors a un objecte inanimat, quan vaig retardar l'arribada a casa meva, perquè això em feia veure que la persona més important a la meva vida, ja no hi era.


    (ES)

  Cada mañana cuando preparo mi café, se agolpa en mi cabeza un pensamiento que me transporta a tiempos pasados, oigo la azucarera heredada de mi madre, con ese clic tan particular al cerrarse y mi primer pensamiento es oír a mi madre decirme: Cuando yo no esté, haced lo que queráis con las cosas.

    Ya no está, y ese objeto tan simple perdurará en el tiempo hasta que alguien decida deshacerse de él. Pero no sabrán, que a mí,  cada mañana me hace pensar en ella y esbozo una sonrisa al oír su voz en mi cabeza.

    Me comentó una vez que se la regalaron al casarse, así que esta azucarera tiene más de 65 años. ¿Cuánto durará portando este  veneno blanco que a mí me hace tan feliz?

    ¿Cuánto tardaré yo en dejar de oír su "clic"?

 Es curioso como proyecté mis temores a un objeto inanimado, cuanto retrasé la llegada a mi casa, porque eso me hacia ver que la persona mas importante en mi vida, ya no estaba.