Hoy, la chica que atiende en mi lugar
favorito tuvo un detalle fantástico conmigo. Veréis, hoy me senté
en una mesa diferente porque la mía, la que me inspira para hacer
mis relatos y reflexiones, estaba ocupada. Pues bien, me dirigí a
otra mesa, no tengo problema, pero tampoco inspiración.
Cuando me
sirvieron mi desayuno de azúcar, de repente me comentó muy amable y
detallista que mi mesa, mi rincón, estaba libre, y que si quería
dirigirme allí, ella me llevaría las cosas. Esa atención me hace
ver que es una persona con una educación de la de antes, la que poca
gente mantiene o solo unos pocos, en los que me incluyo.
Pues bien,
me inspiró a hacer este escrito y haceros saber que a veces un
detalle de un desconocido nos hace creer que no estamos tan mal como
piensan nuestros mayores y que hay que tener fe en el mundo, en fin,
no esperar nada de nadie, como decía mi madre, y sorprenderte cuando
hacen algo por ti, además de agradecer, por supuesto.