24 diciembre, 2022

Nina de porcellana

    Mama. 

    Aquesta persona que t'ha cuidat des que estàs al seu ventre. És veritat quan diuen que mare només n'hi ha una, i més quan passen els anys i tens la sort de tenir-la al teu costat batallant amb els teus problemes, o consolant-te perquè la vida et posa proves i de vegades no saps bregar amb elles.

    Però allà hi és ella, aquella dona que anomenes mama i que et sembla la dona més forta que has conegut mai, i que un dia descobreixes com de fràgil es quan l'observes al llit d'un hospital. I tu ets allà, amb el cor encongit perquè la persona que et vol incondicionalment s'està marxant del teu costat.

    Em ve al cap que és com una nina; tots els moviments per pasar còmode el seu feble cos la fan tan vulnerable, però ella no perd aquesta força i bellesa de la porcellana. I agafes la seva mà per a que ella et senti a prop però, realment, és per aferrar-te i sentir una altra vegada aquesta força que sempre et transmetia.

    Al dit anular de la mà esquerra llueix un tatuatge de dos cors entrellaçats. Són els cors dels meus germans que van marxar fa uns anys, i ella els porta a la pell per sempre. La meva mare se sent orgullosa del seu tatuatge i no n'hi ha per menys perquè, egoistament jo pensava: com s'acomiada una filla de la seva mare? Però..., i una mare dels seus dos fills?

   La respiració i els moviments lents de la meva "nina de porcellana" m’ajuden a donar-li forma a aquest escrit, que es el més dur que podia escriure mai, i de totes les coses bones que podria dir d’ella he volgut parlar només una mica, i donar-li així un petit homenatge a la persona que ha estat al meu costat més de 50 anys.

    A la meva mare, amb el meu amor infinit.


  Texto y foto de Nuri Casé   
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    (ES)  

   Muñeca de porcelana                               

    Mamá. 

    Esa persona que te ha cuidado desde que estás en su vientre. Es verdad cuando dicen que madre sólo hay una, y más cuando pasan los años y tienes la suerte de tenerla a tu lado batallando con tus problemas, o consolándote porque la vida te pone pruebas y en ocasiones no sabes lidiar con ellas. 

    Pero allí está ella, aquella mujer que llamas mamá y que te parece la mujer más fuerte que has conocido nunca, y que un día descubres lo frágil que es cuando la observas en la cama de un hospital. Y tú estás allí, con el corazón encogido porque la persona que te quiere incondicionalmente se está marchando de tu lado. 

   Me viene a la cabeza que es como una muñeca; todos los movimientos para poner cómodo a su débil cuerpo la hacen tan vulnerable, pero ella no pierde esa fuerza y ​​belleza de la porcelana. Y coges su mano para que ella te sienta cerca pero, realmente, es para aferrarte y sentir otra vez esa fuerza que siempre te transmitía. 

   En el dedo anular de la mano izquierda luce un tatuaje de dos corazones entrelazados. Son los corazones de mis hermanos que se marcharon hace unos años, y ella los lleva en la piel para siempre. Mi madre se siente orgullosa de su tatuaje y no hay para menos porque, egoístamente yo pensaba: ¿Cómo se despide una hija de su madre? Pero..., ¿y una madre de sus dos hijos?

   La respiración y los movimientos lentos de mi "muñeca de porcelana" me ayudan a darle forma a este escrito, que es lo más duro que podía escribir nunca, y de todo lo bueno que podría decir de ella he querido hablar sólo un poco, y darle así un pequeño homenaje a la persona que ha estado a mi lado más de 50 años. 

    A mi madre, con mi amor infinito.

19 diciembre, 2022

Días de hospital

   Que largos se hacen esos días en los que esperas que los resultados vengan bien para seguir con tu vida.

    Las horas se hacen lentas y pesadas esperando en una sala de urgencias, y parecen tener más de 60 minutos. Allí la gente pierde su ego o lo acentúa más. Y mientras lloran los bebés y las enfermeras y enfermeros deambulan apresuradamente, gente con la mirada cansada y los ojos enrojecidos esperan, mirando al vacío, a oír su nombre por el interfono.

   Madres a punto de dar a luz, y ruidos de sirenas cuyos alaridos compiten con los llantos de bebés, lo ensordecen todo.

   Suenan los teléfonos móviles haciendo caso omiso a los carteles, mientras algunas madres calman el llanto de dolor de sus hijos que aún no hablan. Y hay abrazos por buenas noticias, y por malas también.

   Esto es para ti un día normal en el hospital. Sigues sentada en esa silla de madera, tan incomoda que a la media hora ya no sabes como ponerte, y te molesta la mascarilla sin acordarte de que durante dos años la llevabas puesta a todas partes.

   Y después de tanto esperar te dan la noticia de que tienes que ir a otro hospital. Te rompes, lloras de impotencia y cansancio como esos bebés que no se pueden calmar. Y llegas a otra sala de espera, donde las sillas ya no son de madera sino de plástico, y las personas que esperan parecen clones del otro hospital, con sus caras desencajadas, esperando noticias, niños correteando y las sirenas gritando: vuelve a empezar.


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12 diciembre, 2022

Y de repente, el otoño

   Es noviembre, empieza a hacer frío y creo que este año tendríamos que decir: ¡por fin!

   Este verano se ha hecho largo y ha sido muy caluroso, y como todo en exceso, al final cansa. Es hora de abrir paraguas y guarecerse de la lluvia, de sacar el abrigo del armario, y las bufandas y los guantes del cajón; hora de prepararse para el invierno. 

  Es curioso pero esta foto me inspira pesadumbre, preocupación por una situación no resuelta; claro que, igual son imaginaciones mías y quizás el hombre está pensando en que se está mojando demasiado y se siente fastidiado. A saber. 

   Sea como sea, la fotografía denota el frío, y a mi compi del rincón le transmite la tristeza de saber que, aunque no queramos, podemos estar depresivos porque llega esa época del año de quedarse en casa. Pero para las personas nacidas en enero como yo es un placer el aislamiento que nos proporciona el invierno. Casi siempre la perspectiva de ver una situación ayuda si le buscas el lado positivo, y positivas pueden ser esas tardes haciendo las cosas que más nos gustan, nuestros "hobbys" aparcados, o simplemente no hacer nada, solo acurrucarnos en el sofá y dejar que la caja tonta proyecte lo que sea mientras comemos palomitas.

   Y a vosotros, ¿Qué os trasmite el invierno?


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05 diciembre, 2022

Soy una pastilla

   Soy una pastilla.  Soy un comprimido en gramos. Soy un sobre de antibiótico. 

   ¿Soy? ...así se siente. Usada cuando la gente que conoce está pasando un mal momento. La usan como cura y cuando ya están bien, ya no la necesitan. Puede que esté reivindicando su malestar por lo que sucedió hace poco con una amiga, y no quiere darle importancia pero… ¿Por qué tiene que aguantar y vivir los malos momentos de alguien, y cuando todo pasó, y ya están bien no poder vivir los buenos también? 

   ¿Será egoísta por pensar así? 

   “Sólo quiero cosas buenas en mi vida y tú tienes demasiadas palabras negativas”, le dijo, antes de tener una larga conversación en la que las dos sacaron los trapos sucios. ¿Puede alguien usarla como analgésico? Cree que sí, respondiéndose a sí misma. Perdió cuatro años recomponiendo a alguien y aunque lo hizo de corazón, y a pesar de que todos sus conocidos le dijeron que se involucraba demasiado, creyó estar haciendo lo correcto. 

  Pero viendo ahora como se siente, ...como si fuera un frenadol deshaciéndose en agua, piensa que tiene la sensación de vivir la vida de los demás. Es como un vacío enorme o como estar sin trabajo mucho tiempo. 

   Cuando alguien la hiere y luego lo hablan, parece que todo se arregla pero…, pero no, esa herida está ahí y por muchos apósitos que se ponga no se va a curar. 

   Quizá hable por rencor, pero no creía tenerlo. Se necesitan pastillas para la memoria, para no caer en los mismos errores. Pero ella no es esa pastilla, y no conoce a nadie con esa condición. 

  En fin, para acabar su relato, o su desahogo, dirá que siempre será una ayuda para todo el que lo necesite, y esperará que quien la lea no tenga en cuenta sus palabras dichas desde la tristeza del momento.


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