Una mañana al despertar, se vislumbra en
el contenedor 007, el del agente basurero con permiso para matar, un
peluche sonriente.
La delicadeza con la que se dejó el
osito en el contenedor me hace pensar que no fue tirado cómo un
peluche viejo y gastado. Creo que el niño que jugaba con él se hizo
mayor, y el fatídico desenlace para el osito fue ese.
El
muñeco al que abrazaba todas las noches al dormir o que recibía las
lagrimas de desconsuelo cuando algo no salía bien, con su sonrisa
perpetua sabia dar el matiz a cada situación.
¿Cuántos
secretos se lleva a su tumba de escombros?
Por ser
optimista y un poco fantasiosa, me imaginaré un lugar mejor para él,
después de captar esta imagen tan triste cuando el fotógrafo se
fue, corrió un niño hacia el osito y lo abrazó, su madre le
recriminó y le estiró del brazo, pero al ver al mismo tiempo a su
hijo tan feliz como nunca había estado con ninguno de sus peluches
antes, lo recogieron, se lo llevaron a casa y lo lavaron, allí
reside ahora y para inventarme un final mas compensatorio, diré que
nunca se desharán de él.
ACR. Bonic escrit i foto. Tots em tingut algun peluix cuan erem petits que abraçavem al llit i ens feia companyia.
ResponderEliminarPobre osito, bien pensado inventarle una historia con final feliz
ResponderEliminarHa salido un texto un tanto reivindicativo, por esta mania que tenemos de usar y tirar, pero al final nos dice que se dejó de forma delicada para que llamara la atención de alguien, muy romántico
ResponderEliminarAquest escrit en recorda la peli de Tot story 3,com vam plorar al cinema aquell dia quan les juguines s ajudavan al cremador! L aprofitar per un altre criatura es al millor que pot passar a les juguines ,la foto forca bonica.
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